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La luz en la mirada de Antoni Gaudí

A poco más de 170 años de su natalicio, ¿Cómo fue la relación de la luz con el «arquitecto de Dios»?

Cada cierto tiempo aparecen figuras emblemáticas que impactan al mundo. Personajes capaces de amalgamar el momento cultural de toda una comunidad y lograr conjuntar en su trabajo diferentes disciplinas y necesidades sin hacer de lado su toque personal.

El 25 de junio de 1852 llegó al mundo Antoni Gaudí i Cornet, arquitecto catalán que con su trabajo trascendió las barreras del tiempo y dejó difusas las diferencias entre arquitectura y escultura. Un derroche formal que nos regala universos estéticos con fundamentos estructurales y funcionales. El delicado tratamiento que hizo de la luz provoca recorridos llenos de contrastes que permean salones, cubiertas y pasillos.

Su talento desbocado dio forma a edificios emblemáticos de gran importancia como la Casa Batlló, la Casa Milá o el templo de la Sagrada Familia, todas ubicadas en la ciudad de Barcelona. Esta última aún se encuentra en construcción y representó gran parte de su carrera. Los detalles y los ornamentos exigieron la dedicación casi absoluta de un genio que no pudo ver concluida su obra más importante.

Casa Batlló

Su fachada compuesta por varios mosaicos dibuja formas que recuerdan temáticas marinas y de fantasía. El color y las siluetas juegan un papel preponderante, las superficies onduladas permiten que la luz fluya entre la volumetría de forma continua. En los salones del edificio las columnas de piedra continúan el lenguaje de las curvas, permiten que la luz escurra por el interior y vidrios multicolor llenan de tonos azules las paredes del espacio. Los balcones que comunican el interior con el exterior se vuelven máscaras que sobresalen de la fachada regalando contrastes.

Los enormes ventanales ovalados de la Planta Noble inyectan luz al interior. Como si las paredes perdieran su materialidad se desdoblan y envuelven al plafón con formas sinuosas, de pronto ambos terminan por abrazar la lámpara central. El exigente detalle se lleva a cada uno de los componentes del salón. En el exterior la parte superior del edificio parece recubierto de escamas y dialoga con una cruz de 4 puntas. Sin lugar a dudas una construcción exquisita en la que la iluminación permite entender este jardín de infinitas formas y caprichosos colores.

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Planta Noble de la Casa Batlló

Planta Noble de la Casa Batlló

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Cubierta de la Casa Batlló

Cubierta de la Casa Batlló

Casa Milá

También conocida en la zona como “La Pedrera” es un edificio que recibe a millones de visitantes al año. Sus soluciones constructivas van de la mano de una lógica estructural y detalles que simulan motivos orgánicos. Elementos que demuestran el talento y el pensamiento de un arquitecto que se encontraba en mundos que ahora podrían parecer dispares. Una estructura ornamental fluye entre muros curvos de piedra que se encuentran unidos a otra estructura metálica. Similar a un muro cortina esta fachada permite la apertura de enormes ventanales que regalan luz natural al espacio interior.

En las puertas de acceso las formas ovaladas abrazan pequeños elementos de cristal, estos componentes unidos crean una gran entrada de luz inmersa en una especie de vegetación artificial, lo que permite máxima transparencia, iluminación y comunicación entre el interior y el exterior.

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Fachada de la Casa Milá

Fachada de la Casa Milá

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Puerta de acceso a la Casa Milá

Puerta de acceso a la Casa Milá

Por dentro el edificio cuenta con espacios de ventilación y patios mucho más grandes destinados a la iluminación. Incluso los pasillos fueron diseñados para recibir enormes dosis de luz como resultado de sus holgadas dimensiones. Los plafones cuentan con relieves suaves y ondulaciones que se traducen en ligeras sombras. Estos lienzos continúan las formas curvas de la fachada, de los patios y de las puertas. Un trabajo en sintonía único y coherente con una idea que permea desde la solución técnica hasta el más mínimo detalle artístico.

Templo de la Sagrada Familia

Sin duda la obra más importante de Gaudí, una construcción que une diversas disciplinas y crea un nuevo mundo de luz, forma y color. En planteamiento estructural propone columnas que fluyen de forma armónica, como si se tratara de ramas, pero a diferencia de la naturaleza aquí están ordenadas y simétricas. Un espectáculo de geometrías que se iluminan de formas únicas, desde claraboyas hasta vidrieras de color. Elementos que permiten la entrada del sol de forma contundente y crean diálogos lumínicos siempre con una lógica funcional. Se colocan colores claros arriba y composiciones más intrincadas abajo para no reducir de más el paso de la luz. En este conjunto se demuestran todas las lecciones aprendidas por Gaudí en proyectos anteriores. Las maquetas y la prueba y error rindieron los frutos necesarios para encarar el desarrollo de un proyecto que estuvo repleto de retos técnicos.

Una obra que reta al espectador, un espacio que parece regido por un universo particular, uno de orden y lógica, de cálculos y de gestos, de reglas sencillas donde la luz es recibida entre mosaicos de color, cristales y formas alabeadas, un huésped que se acoge entre suaves ondulaciones, con total delicadeza y con grandes accesos para invitar a que su trayecto fluya sin ninguna restricción.

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Vidrieras de la Sagrada Familia

Vidrieras de la Sagrada Familia

Fuente: Iluminet

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