En el campo del diseño e iluminación, algunos diseñadores tienen materiales fetiche a la hora de crear sus obras. La holandesa Sabine Marcelis, por ejemplo, utiliza de forma recurrente neones, resinas y espejos como fuente de inspiración.
Iluminación: los neones decorativos Voie de Sabine Marcelis
Esta colección surge del deseo de manipular unas trayectorias de la iluminación definidas para disfrutar de nuevas sensaciones.
Desde su estudio en el puerto de Róterdam idea piezas decorativas funcionales que exigen en mayor o menor medida una interacción con el usuario. Hoy mostramos en concreto la serie Voie, que nace de su experimentación con haces de luz. Voie significa camino, y esta colección surge del deseo de manipular unas trayectorias luminosas definidas para disfrutar de nuevas sensaciones visuales.
Jugando con el tipo de resina, Marcelis distorsiona la luz fluorescente, creando un efecto de difusión dentro del material o una brusca atenuación. En otras ocasiones lo que sorprende son los cambios cromáticos del haz al atravesar la resina: rayos verdes que azulean o pálidas líneas amarillas que mutan a un rojo pasión inesperado.
Los bloques de resina de poliéster se moldean y se pulen al máximo, por lo que alcanzan un aspecto similar al mármol.
Voie tuvo su precursor en la serie Dawn, otro trabajo de Marcelis donde las líneas de neón estaban encapsuladas de forma artística en la resina. El resultado era una escultura luminosa con diferentes tonalidades internas, refinada y enigmática. En ambas colecciones se juega con el color, la luz, las transparencias y la saturación, aunque en el caso de Dawn, el tubo de neón era blanco y el colorido lo aportaba el soporte de poliéster.
En Voie la situación se invierte, ya que es la fuente de luz la que genera los colores: turquesa, amarillo limón, coral, azul, rosa o blanco para unos soportes mayoritariamente negros. Así se quiere destacar la interacción entre ambos materiales, que crea una nueva percepción en la zona de mezcla.
La aparente simplicidad de los diseños esconde la laboriosidad de Sabine Marcelis, una artista concienzuda a la que le gusta pasar horas buscando y probando nuevos materiales en fábricas. Una vez que la idea surge en su cabeza, no descansa hasta conseguir la resina apropiada, esté donde esté. No en vano viajó miles de kilómetros para estudiar diseño industrial en Nueva Zelanda…
Fuente: Despierta y mira