Las celosías tienen un pasado milenario, arraigadas en las prácticas arquitectónicas de antiguas civilizaciones como Egipto, Grecia y Roma, así como en el arte y diseño tradicional hispanomusulmán. También hay indicios del uso de este “elemento o recurso arquitectónico” en las culturas Amerindias.
Un gran recurso de bajo costo para el diseño pasivo
La celosía fue rescatada por su diseño en la arquitectura moderna en varios países, y tenemos muy buenos ejemplos en Brasil y también en Chile.
Desde sus orígenes, las celosías se diseñaron para ofrecer protección contra el clima, filtrando los rayos directos del sol y reduciendo el calor en el interior. Además, permitían un control eficaz de la luz y la ventilación, facilitando la creación de espacios más cómodos y habitables sin renunciar a la privacidad.
Origen de las celosías
La Mashrabiya, fue introducida por primera vez en la arquitectura en las regiones árabes del Medio oriente y el norte de África. En la Península Ibérica, concretamente, fue en el periodo árabe donde quedaron como elementos distintivos.
Se cree que su nombre procede de la palabra árabe "sharaba", que se traduce como "beber", debido a que el término Mashrabiya se utilizaba para referirse a un lugar fresco y sombreado donde las personas podían beber agua de una vasija de barro.
Otros creen que la palabra derivó de "mashrafiya", que se traduce como "observar", por lo que a menudo también se lo asociaba con los pequeños balcones
Para poder hacer frente a las condiciones naturales y optimizar el confort térmico interior a través de recursos simples, basados en lógicas físicas y químicas sencillas es que se diseñan e utilizan las celosías.
El funcionamiento original, de la mashrabiya, era así:
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Se incluía un sistema el cual llevaba agua hasta la parte superior de la celosía, la que irrigaba todo el muro a través de un sistema de riego por goteo
A medida que el agua desciende por los ladrillos de la celosía, la cerámica va absorbiendo el agua a través de los poros de la arcilla.
Los ladrillo se humedecen y generan un “efecto botijo” al entrar en contacto con el aire seco del ambiente. Así el agua se evapora produciendo un enfriamiento interior.
El agua sobrante se recoge mediante una canalización en la parte baja de la celosía, desde donde retorna al pozo, creando así un sistema cerrado que refresca el ambiente con un gasto de energía muy bajo.
Cuando la celosía es apropiada en otros climas, contextos y culturas va abandonándose este uso de refrigeración pasiva y utilizando sus otras funciones de regulador de la luz, protección solar, ventilación y privacidad.
Celosías en la arquitectura contemporánea
La celosía fue rescatada con mucho entusiasmo en la arquitectura moderna en varios países, y tenemos muy buenos ejemplos en Brasil y también en Chile.
Fuente: Igma Pacheco