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Diseño: la luz que persigue los trazos

La imaginación de Gehry rompe los límites del pensamiento racional para recordar que también el diseño es lúdico, caótico e imprevisible

En el campo del diseño es común que la forma responda a un sinfín de necesidades particulares. La economía, la estética y demás disciplinas entran en escena para satisfacer una rigurosa lista de requerimientos.

En esa misma línea de pensamiento resulta relevante que existan edificios con siluetas que retan a cualquier lógica estructural e incluso funcional y que provoquen todo tipo de sorpresas y cuestionamientos, generando sombras, destellos y volúmenes que se elevan dejando impresionados tanto a transeúntes como a especialistas.

Frank Gehry nació en Toronto, Canadá en 1929 y se mudó con su familia a Los Angeles, California en 1947. Realizó estudios de arquitectura en la University of Southern California y de urbanismo en la Harvard University Graduate School of Design. Colaboró con arquitectos como André Rémondet y fundó en 1962 su firma Frank O. Gehry & Associates Inc. Las particulares e indomables formas de sus diseños le han permitido destacar y edificar increíbles proyectos en América, Europa y Asia, demostrando así una carrera profesional sólida y única.

Museo Guggenheim Bilbao.

Este recinto buscó crear una nueva zona de comercios e industrias en la ciudad de Bilbao, España. Su diseño supero todas las expectativas previstas. Recibe en promedio un millón de visitantes al año y ha generado una transformación económica y turística sin precedentes. Este particular suceso se ha denominado “efecto Guggenheim” y se ha intentado replicar en varias ciudades del mundo. El impresionante edificio se compone de formas que giran, se doblan y desdoblan en un caos armónico infinito. Cuenta con áreas para colecciones permanentes, temporales y para selecciones de artistas. Los materiales al exterior se componen de piedra caliza y paneles de titanio. Este último presenta características únicas de flexibilidad y durabilidad. Además, es un acabado resistente a la contaminación y al clima. Por otro lado, el reflejo del cielo y de la luz del sol permiten un íntimo dialogo con el contexto. Las formas mutan con el pasar de las horas y surgen destellos de luz artificial que por la noche crean atmósferas llenas de movimiento. Al interior las salas son mucho más sobrias y se iluminan con luz artificial permitiendo un mayor control de las exposiciones. La luz natural no incide de forma directa en las obras expuestas.

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Hotel Marqués de Riscal

De formas sinuosas y brillantes este edificio de belleza única se levanta junto al pueblo de Elciego en la zona central de la Rioja Alavesa. Un lujoso desarrollo que contó de nuevo con acabados en titanio y formas asimétricas que envuelven a 61 habitaciones. Las hermosas vistas de la región rivalizan con un volumen que se entrelaza continuamente enfatizando todo el acceso. De nuevo los interiores se bañan de luz natural entre moderadas paredes y plafones. La luz artificial es simple pero eficaz. Grandes ventanales permiten una conexión con un contexto lleno de color e historia. La fachada sirve como imán a la vista que, al igual que otros proyectos de Gehry, demuestran la maleabilidad del acabado y las posibilidades del diseño arquitectónico que se mimetiza con el paisaje y con edificios antiguos en un intrincado dialogo estético. Aquí la luz regala matices morados, azules y grises. De nuevo el aparente desorden permite soñar formas etéreas, una nueva arquitectura de elementos curvos que se materializan en la realidad.

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Walt Disney Concert Hall

La sala de conciertos de Walt Disney se encuentra situada en Los Angeles, California. Cuenta con un auditorio para 2265 espectadores y una calidad acústica que se desarrolló a la par del proyecto arquitectónico. Este espacio se ilumina con luz natural gracias a aberturas en la parte superior y a un gran ventanal al extremo contrario de la sala. El proyecto cuenta con 2 anfiteatros para 300 y 120 asistentes. El acabado exterior se compone de placas de acero, cada una con formas únicas. Para los volúmenes regulares se implementaron acabados de piedra. También se optó por elementos de cristal que funcionan como transición espacial entre los volúmenes. Los interiores se encuentran cubiertos de

madera que contrasta con la austera apariencia del acero. Por dentro el edificio es cálido y cuenta con una mayor simetría formal, lo que también se ve reflejado en su propuesta de iluminación. Un edificio que habla de sonidos y contrastes traducidos a volúmenes. De nuevo Gehry demuestra su sello característico. Un trabajo que llena de entusiasmo a los visitantes y que descubren que la arquitectura también vibra y danza en un espacio congelado por el tiempo.

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Fuente: Iluminet

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