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Bioarquitectura: técnicas tradicionales para viviendas

Los sistemas tradicionales latinoamericanos repuntan nuevas formas de construir a partir de lo que hoy ya conocemos como bioarquitectura.

Un sistema constructivo propuesto por el arquitecto colombiano Álvaro Mosquera podría posicionarse su bajo costo, versatilidad y propiedades sismo-resistentes como una solución viable a los problemas de déficit habitacional en los países latinoamericanos. Dicho sistema se enmarca dentro de la modalidad de "bioarquitectura" porque retoma las técnicas constructivas tradicionales de materiales modestos como el “bahareque” y las actualiza para lograr una optimización en el uso de los recursos.

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El sistema conocido como “sistema tendinoso” integra diseño, tecnología y cultura partiendo de saberes y técnicas de la arquitectura tradicional campesina y optimizándolos para dar respuesta a la necesidad identificada en las comunidades de escasos recursos de vivir en “casas de material”, debido a la percepción generalizada de que las construcciones en madera son menos resistentes y seguras.

La base del sistema es la producción in-situ de paneles armados sobre una malla de alambre de púas unida a una estructura de madera, guadua, metal, perales de concreto o machones de mampostería estructural. Sobre la malla alambrada se disponen costales de cabuya de trama grande, que sirven como soporte para la aplicación por capas de la mezcla de cemento, arena y agua. El tabique resultante es de 4,5 a 5 centímetros de espesor y adquiere las características de un paramento.

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La modulación de los paneles es completamente flexible lo que se refleja en la distribución de los espacios internos de las viviendas. El fraguado del panel propiamente dicho, es ideal ya que el costal grada la pérdida de humedad, mientras que las fibras de cabuya también trabajan como “micro” tendones que aportan rigidez y ayudar a conducir la humedad. Asimismo, los conocedores del tema también le abonan la sismo-resistencia y el complemento que puede tener con otros materiales. De hecho, la Federación Nacional de Cafeteros aplica esta tecnología dentro de su programa de mejoramiento de vivienda en el campo.

En ese sentido, Mosquera, profesor de la Universidad del Valle en Cali (Colombia) y uno de los pioneros del diseño ambiental y bioarquitectura en el país, fue quien desarrolló esta técnica junto al fallecido catedrático Pedro Supelano. Durante su intervención como conferencista invitado en la más reciente versión anual del Salón de Octubre (evento académico realizado por el programa de Arquitectura de la Universidad Nacional) se refirió a su investigación y a las características principales del sistema: “Es ambientalmente sostenible, eficiente y -lo mejor- es que se puede hacer de manera comunitaria”. Mosquera también recordó que muchas de las casas que se mantuvieron en pie después del terremoto de Armenia en 1999 estaban construidas bajo este sistema.

“Dicho modelo surgió en la Universidad del Valle antes de la década de los 90”, anotó Mosquera durante su intervención en el Salón de Octubre, transcrita por la Agencia de Noticias UN para su sitio web oficial. “En realidad no se descubrió nada nuevo en cuanto a los materiales porque la mezcla, la grapa, el alambre de púa y la guadua ya existían, pero los pusimos de manera diferente”, detalló el arquitecto, quien concluyó que el sistema en general, es una mezcla de materiales tradicionales y la creatividad de quien es capaz de aliarlos con las necesidades de la comunidad y el entorno.

Con este modelo no convencional se puede construir además de casas, cualquier tipo de estructura, lo que supone una ventaja en lugares donde los recursos son limitados. Una de las mayores fortalezas del muro tendinoso es la economía de sus materiales, sobretodo en el contexto colombiano si se tiene en cuenta que la guadua se produce masivamente en varias regiones, entre ellas el Eje Cafetero y el Valle del Cauca.

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El sistema ha sido apropiado, aprehendido, explorado -en diversas zonas socioculturales del país para diversos usos- esto quizás se deba a su simplicidad, facilidad constructiva, eficiencia y versatilidad. La técnica abre la posibilidad de que una familia con algunos ahorros y las técnicas, materiales y herramientas más comunes (serrucho, machete, formón, martillo, clavos, grapas, alambre de púas, costales, mezcla de mortero según las arenas de cada región, madera rolliza, aserrada o guadua), pueda auto-construirse una vivienda propia que pueda reconocer como lo suficientemente resistente y segura.

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Fuente: ArchiDaily

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