Más que algo que se puede comprar, el lujo es, en realidad, “una manifestación del bienestar interior”, afirmó el arquitecto Michael Kovac, fundador y director de diseño del estudio Kovac Design en Los Ángeles, California, durante una entrevista que concedió en septiembre de 2019 a la especialista Lucy Cohen Blatter para la revista Mansión Global sobre el significado de la palabra lujo en la arquitectura moderna.
El lujo en la arquitectura moderna
Despojarse de artificios y dar prioridad a los elementos esenciales son los pilares del minimalismo en la arquitectura.
Kovac añadió que, además, este concepto del lujo no es otra cosa que la capacidad que tiene una casa de restaurar las energías y rejuvenecer a sus propietarios: “Debe ser un escape tranquilo, un lugar que también le da la bienvenida a amigos y familiares”.
Sin embargo, Kovac no es el único que piensa así sobre el lujo residencial, Jorgan Rogove, del estudio DXA de Nueva York, coincidió con su colega al afirmar que, para él, el lujo es, en esencia, la simplicidad y la habilidad de crear una experiencia relajante capaz de estimular todos nuestros sentidos.
Y es que, el valor material, el refinamiento y la innovación están íntimamente ligados al valor emocional del lujo. No se trata del coste material, sino de las formas y sensaciones que se obtienen con él. La premisa en esta revolucionaria tendencia arquitectónica es crear ambientes confortables que generen sensación de bienestar y plenitud.
Elementos de lujo en la arquitectura moderna: Sencillez y minimalismo
Despojarse de artificios y dar prioridad a los elementos esenciales son los pilares del minimalismo en la arquitectura. Heredero del diseño tradicional japonés, este estilo alcanzó su máxima expresión en la escuela alemana de la Bauhaus a comienzos del siglo XX y es tal su impacto en la creación de ambientes apacibles que se mantiene vigente hasta nuestros días.
Si “menos es más” como apuntaba el maestro Ludwig Mies van de Rohe, lo básico no solo tiene que ver con huir de los excesos, sino también con la búsqueda de libertad mediante la eliminación de barreras, la elección de muebles simples en su trazado, pero altamente funcionales y la prevalencia de colores claros que inviten a la relajación. Una aparente simplificación que, en realidad, encierra una compleja necesidad de reencuentro con los valores vitales.
La arquitectura minimalista entiende que los elementos imprescindibles son los necesarios. No se recarga ni se excede y por eso hace uso de materiales contundentes como el concreto o el vidrio. Sin embargo, las paredes se nutren de las texturas que emergen de la piedra natural o del hormigón y juegan con las tonalidades de la madera o las posibilidades de los componentes metálicos.
Integración de la arquitectura con el paisaje
La creación de lugares habitables en sintonía con el paisaje lleva implícita una preocupación por la conservación ambiental y el uso sostenible de los recursos locales. La arquitectura moderna no transforma arbitrariamente el lugar en el que levanta sus obras, sino que se comunica con él de manera consciente. Hoy, más que nunca, el valor de una propiedad inmobiliaria tiene en cuenta el patrimonio natural circundante como un activo para el disfrute actual y el de las próximas generaciones.
En una zona como La Costa del Sol, con temperaturas primaverales constantes, las viviendas pueden incorporar paneles solares para la producción de energías renovables y utilizar la madera como aislante y principal material para las terrazas. Además, la vegetación autóctona puede aprovecharse para diseñar cercas vivas que delimiten las propiedades y, por supuesto, para la creación de jardines sin desestabilizar los ecosistemas. La reutilización de residuos de canteras como mármol o pizarra también es una opción imprescindible en aras de conseguir construcciones sostenibles.
Casas inteligentes
La llegada de la tecnología domótica a los hogares es una realidad hoy en día, y una prioridad en las casas de lujo, donde se integra el diseño arquitectónico con sistemas tecnológicos para monitorear de forma remota las cámaras de seguridad, controlar aspectos de la casa con comandos de voz, además de configurarla para realizar tareas que se tienen que hacer de forma manual y muchas veces se nos olvida: encender las luces, regar las plantas, programar las alarmas, entre otras. Las casas inteligentes son mucho más que un concepto, un neologismo de lo que hace más de 40 años se conoce como domótica, un estilo de vida, donde la comodidad es la ganadora absoluta.
Fuente: Design Week Marbella